Proyecto BIO es un taller artístico itinerante de Educación Ambiental que apuesta a promover en la sociedad la búsqueda de un mundo con mejor calidad de vida.

Obras de arte con temáticas ambientales y el dialogo con el artista se combinan en un ejercicio interactivo y didáctico, con el objetivo de promover en niños, jóvenes y adultos una cultura de conciencia y convivencia con la Naturaleza.



jueves, 8 de julio de 2021

Re-Pensar nuestras prácticas como una rueda circular...

 

 

 “Si una rueda es circular… la educación también debe serlo. ¡Debemos estar a la altura de los niños en ronda, para escuchar sus emociones y amar sus diferencias!”

 Gonzalo Álvarez



Al enseñar, los docentes negociamos permanentemente entre lo ya dispuesto y la práctica en sí. Estas prácticas docentes son pensadas como cotidianas. Es necesario poner sobre la mesa nuestras prácticas docentes para repensarlas, meditar y reflexionar sobre las mismas. El cómo enseñamos, cómo nos vinculamos con nuestros estudiantes desde lo emocional.

En la actualidad las tecnologías de comunicación, aceleraron los procesos de estas prácticas, donde se nos pide a los maestros y profesores la exigencia en la presentación para ya mismo, aquí y ahora, y es ahí donde lo emocional comienza a evidenciarse con tensión, angustia, incertidumbre, tensando las relaciones institucionales y por efecto colateral influyendo en las aulas.

Durante esta  pandemia, evidencié un tiempo sobrecargado, que trajo aparejado el ejercicio de la no presencialidad y la utilización de las pantallas, que nos extenuaron tanto a los docentes como a los estudiantes. Y la otra variante, el período dudoso de esperar a retornar a una supuesta “normalidad”.

Siendo docentes, habitamos tiempos múltiples, tiempos desarmónicos entre el enseñar y el aprender. Ese tiempo donde los alumnos y las generaciones se encuentran en un aula. El tiempo de los espacios donde, nosotros los educadores enseñamos, nuestro propio tiempo de organización.

Como educadores tenemos que repensar, imaginar y experimentar, renovar las prácticas para mejorarlas a diario, en beneficio de toda la comunidad educativa, en especial de los niños y jóvenes, cuidando nuestra calidad de vida emocional. Es allí donde surgen preguntas, organizar benéficamente nuestros tiempos, cómo vincularnos afectivamente detrás de una pantalla con nuestros alumnos, cómo presentar los contenidos para hacerlos más atractivos, cómo edificar saberes conjuntamente en un contexto en el cual nos coloca, a los docentes en un lugar ermitaño, cómo reconvertir esa aula hibrida más saludable emocionalmente y accesible para todos.

El mundo está cambiando, con más y más conexiones diarias en todo el mundo. Nuestros niños y adolescentes están cambiando y a ritmos acelerados. Mientras que el sistema y nosotros los docentes estamos a años luz de ellos y sus necesidades.

Es vital que la educación refleje estas demandas y cambie sus paradigmas. Las infancias se encuentran dentro este mundo cambiante. De allí, que la educación, nosotros mismos debemos girar en pos de sus requerimientos próximos y vitales, que puedan replicar en sus habitad, en su cotidianidad y en sus vidas mismas.

El sistema, nosotros los adultos y más aun los que somos educadores estamos ante un gran desafío de cambio. Del cual no podemos escapar, o hacer la vista gorda. Hay mucho por pensar y hacer, donde debe haber una retroalimentación instantánea, una educación circular, una educación sostenible y sustentable, espacios de encuentro donde compartir, discutir y combatir sea necesario ofrecer, una educación donde pueda aplicarse directamente a la vida, a lo esencial.

Nos está pasando, lo sentimos, lo que debe surgir, lo que vendrá, ésta invitación a repensar nuestras prácticas docentes, cuidarnos y cuidar a nuestros niños desde su primera etapa escolar en lo más importante: “lo emocional”.

Dar valor para el futuro a cada contenido que se experimenta, a cada idea que se edifica, reutilizando una y otra vez esos saberes, no eliminarlos en residuos inútiles. Buscando un procedimiento más razonable y humano, hacer lo mejor posible, para que los beneficios lleguen a las personas, con mayor eficiencia y eficacia, teniendo también al ambiente presente. Pero si yo, docente, no me fortalezco, no podré transmitir esa esencia vital, para que la rueda gire, comience a caminar y logre avanzar, delinear la educación circular como un nuevo paradigma educativo, donde conviva el desarrollo sostenible, resiliente, circular y emocional. Reconocer y aprovechar el poder transformador que posee la educación y los seres humanos. Educación donde no existen las fronteras, de allí su circularidad.

Si parto de lo que siento emocionalmente como educadora, desde lo personal, podría significar a la educación como conexión, potencia, impulso, savia, existencia, arrojo, esfuerzo, coraje, ánimo, fuerza, carácter, atrevimiento, entusiasmo. Cualidades y sentimientos que cada uno debe traspolar a cada aula, a cada práctica, a cada alumno, animándose a transformar, transmutar lo viejo en nuevo. Y eso nos compete a cada uno, a mí, a vos, a nosotros, ese cambio que se requiere aquí y ahora, sin quejas, somos los que estamos al frente en las aulas, ante las necesidades afectivas de nuestros alumnos y es ahí donde debemos defender ante prácticas ya obsoletas la mejor manera de llevarlas a cabo. Educación circulante, como una planta recicladora de residuos, que se recicle una y otra vez, aprendizajes reutilizables, equidad, asequible para todos, menos excluyentes, se irá adquiriendo con mayor fuerza, donde posibilite resolver problemas y acciones ante una emergencia, hacerla más participativa, donde  este  caminar educativo, esta rueda, nos preocupe y ocupe sobre temas del ambiente, de la demanda de paz y justicia, el cooperativismo, la salud, necesidades de los niños y las personas con discapacidad, diferencias de género, que sea posible entregar ambientes de enseñanza seguros, no violentos, continentes y fuertes.

Educación circular que pueda ayudar a percibir mejor, en todos los niveles educativos y lógicamente en la base, los profesorados; en donde se dialogue, se trabaje en equipo, cada uno del resto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esa circularidad que nos permite   cada tanto ser aprendices permanentes como maestros transitorios.

Todo se actualiza, varía, cambia, progresa, las habilidades se entrenan en continuo. Emociones, valores, los respiro, transpiro, siento a diario, como vos, ellos son fundantes de una comunidad.

Disfruto sabiendo que aprender, de y con otros, no sólo nos engrandece en conocimientos y condiciones, sino que es una de las herramientas elementales para sentirme mejor. Más diversidad, más intercambio, más confianza y más apertura en este círculo “rueda”, habrá un mayor aprendizaje, ánimo crítico y la energía de absorberlo.

La educación circular hoy debe ser un desafío común, para obtener entre todos la educación de calidad que tanto soñamos, por eso es necesario aprender a sostenernos y trabajar en red, capacitarnos, sanar nuestras emociones y hablar con el corazón.

 

«Lo importante para mantenernos felices y saludables a lo largo de la vida es la calidad de nuestras relaciones»

 

Robert Waldinger

 

 

                                                 Texto: Alejandra Torlaschi

                                            Docente de inicial

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