Trashumar el espíritu.
Desafiar los límites de todo.
Más allá de la propia existencia,
percibir al otro como un vínculo posible para ser feliz.
Luchar sin claudicar por lograr
un ambiente más sano, más comprometido, acogedor, donde cuidar y cuidarnos es
el primer paso...
Y saltar ( de alegría celebrando
la vida!)
Y soltar (para evitar las cadenas
con las que quieren atarnos).
Y creer (para llegar donde nadie
confía que podemos llegar).
Y crear (justo ahí donde la magia
aparece).
Y Volar (aprender a ver la
oportunidad de ser únicos, cobijado en nuestros niños la magia de su inocencia,
la pureza, el amor...)
Es posible vivenciar el arte a
través de todo lo que nos rodea, si estamos dispuestos a escuchar. Y
escucharnos.
Trashumancia como camino hacia el
bien común, disfrutando el recorrido con los otros.
Sólo necesitamos tomar de la mano
ese niño interior. Y hacer una ronda gigante de infancias felices.
# La especie que avanza es la que
se mantiene unida.
#Zarigüeyas de Chipilandia.
Texto: Laura Rueda ( Larissa)
Maestra Especial de Grupo Inicial
Centro Educativo Complementario 801
Modalidad PC y PS - Daireaux.
ZARIGUEYAS DE CHIPILANDIA
Cuenta la historia, que existe un
lugar especial llamado Chipilandia. Un mundo mágico, donde el respeto, el
compañerismo y compartir, son las contraseñas para pasar por el umbral y
acceder a él.
Allí conviven en total libertad y
armonía todos los seres vivos y no vivos, vitales para la maravillosa
existencia de la vida. Disfrutar es una realidad tangible.
Se accede por el puente “Unión”,
divisando rápidamente las “Cataratas de Risas” y los “Toboganes de Entusiasmo”.
Pero no todo fue siempre así. En
sus inicios, las relaciones entre sus habitantes eran hostiles y competitivas.
Distaban mucho de un estado de armonía y tolerancia necesarias para brillar.
Los mensajes diarios expresaban
descontento y frustración.
Hasta que sucedió.
Como sucede en las buenas historias
de transformación profunda.
Y no fue el azar quien metió la
cola, sino unas astutas y generosas zarigüeyas que llegaron para cambiarlo
todo.
Aparecieron de la nada, con su
mirada límpida, mansa, desafiante, expresando la urgencia de animar a intentarlo
todo a pesar de las adversidades. Urgía el cambio. Y alguien tenía que empezar…
No fue tarea fácil.
La más pequeña, llamada Limbi,
por su pelaje celeste-verdoso, fue la encargada de vigilarlo todo. Reparaba en detalles y pedía ayuda cuando
alguien estaba en apuros. En esos de los que no se puede salir sólo. La que
siempre compartía los secretos que no hay que guardar, y cobijaba con amor
aquellos que dan dulzura a la vida.
Lori era la mediana, de tonos
rojos y rosados, dispuesta siempre a escuchar a los demás y reparar en los que
lloraban, decían comentarios feos, los
que hacían sentir tristes a todos, aquellos que elegían palabras inapropiadas,
ofensivas. Hacía brillar su pelaje, transmitiendo tanta energía que lo malo se
volvía bueno. Y estallaban las disculpas, las risas, los intentos por
remediarlo todo.
Limbi y Lori combinaban siempre
sus acciones trabajando en equipo. Poco a poco, la regla “Que nadie quede
fuera”, se volvió una forma de convivencia.
La mayor, llamada Pope Changuito,
era tal vez la más fuerte, pues en su espíritu cobijaba a todos. Los cuidaba,
los protegía con su súper poder llamado “Amor”. Se animaba a todo, y tal como
hacen las de su especie, llevaba sobre sus espaldas a quienes ya no tenían
fuerzas, o aún no estaban listos para emprender el viaje solos. Ese del
encuentro con uno mismo, donde no se sabe bien qué hacer frente a los
obstáculos.
Cuentan que esas zarigüeyas
llegaron con todo su amor para salvar al mundo. Porque la magia sucedió en
Chipilandia, atravesó las fronteras y se derramó de forma tan generosa, que
hasta los confines de la tierra se inundaron de Paz, Tranquilidad, Color, Alegría,
Libertad. Pudo ser posible cambiar. Y llegó el equilibrio.
Según dicen por ahí, esto fue
posible gracias a que Gonzalo, su Maestro, les enseñó a ver todo con ojos de
niño.
Y por eso sucedió.
Para reencontarnos siempre que
nos volvemos a perder. Sólo hay que recordar las contraseñas y atravesar el puente…