Proyecto BIO es un taller artístico itinerante de Educación Ambiental que apuesta a promover en la sociedad la búsqueda de un mundo con mejor calidad de vida.

Obras de arte con temáticas ambientales y el dialogo con el artista se combinan en un ejercicio interactivo y didáctico, con el objetivo de promover en niños, jóvenes y adultos una cultura de conciencia y convivencia con la Naturaleza.



miércoles, 16 de febrero de 2022

Trashumar el camino y encontrar el destino...

 

Trashumar el espíritu.

Desafiar los límites de todo.

Más allá de la propia existencia, percibir al otro como un vínculo posible para ser feliz.

Luchar sin claudicar por lograr un ambiente más sano, más comprometido, acogedor, donde cuidar y cuidarnos es el primer paso...

Y saltar ( de alegría celebrando la vida!)

Y soltar (para evitar las cadenas con las que quieren atarnos).

Y creer (para llegar donde nadie confía que podemos llegar).

Y crear (justo ahí donde la magia aparece).

Y Volar (aprender a ver la oportunidad de ser únicos, cobijado en nuestros niños la magia de su inocencia, la pureza, el amor...)

Es posible vivenciar el arte a través de todo lo que nos rodea, si estamos dispuestos a escuchar. Y escucharnos. 

Trashumancia como camino hacia el bien común, disfrutando el recorrido con los otros.

Sólo necesitamos tomar de la mano ese niño interior. Y hacer una ronda gigante de infancias felices.

# La especie que avanza es la que se mantiene unida.

#Zarigüeyas de Chipilandia.


                                                                                   Texto: Laura Rueda ( Larissa)

                                                                            Maestra Especial de Grupo Inicial

                                                                      Centro Educativo Complementario 801

                                                                           Modalidad PC y PS - Daireaux.




ZARIGUEYAS DE CHIPILANDIA

Cuenta la historia, que existe un lugar especial llamado Chipilandia. Un mundo mágico, donde el respeto, el compañerismo y compartir, son las contraseñas para pasar por el umbral y acceder a él.

Allí conviven en total libertad y armonía todos los seres vivos y no vivos, vitales para la maravillosa existencia de la vida. Disfrutar es una realidad tangible.

Se accede por el puente “Unión”, divisando rápidamente las “Cataratas de Risas” y los “Toboganes de Entusiasmo”.

Pero no todo fue siempre así. En sus inicios, las relaciones entre sus habitantes eran hostiles y competitivas. Distaban mucho de un estado de armonía y tolerancia necesarias para brillar. Los  mensajes diarios expresaban descontento y frustración.

Hasta que sucedió.

Como sucede en las buenas historias de transformación profunda.

Y no fue el azar quien metió la cola, sino unas astutas y generosas zarigüeyas que llegaron para cambiarlo todo.

Aparecieron de la nada, con su mirada límpida, mansa, desafiante, expresando la urgencia de animar a intentarlo todo a pesar de las adversidades. Urgía el cambio. Y alguien tenía que empezar…

No fue tarea fácil.

La más pequeña, llamada Limbi, por su pelaje celeste-verdoso, fue la encargada de vigilarlo todo.  Reparaba en detalles y pedía ayuda cuando alguien estaba en apuros. En esos de los que no se puede salir sólo. La que siempre compartía los secretos que no hay que guardar, y cobijaba con amor aquellos que dan dulzura a la vida.

Lori era la mediana, de tonos rojos y rosados, dispuesta siempre a escuchar a los demás y reparar en los que lloraban,  decían comentarios feos, los que hacían sentir tristes a todos, aquellos que elegían palabras inapropiadas, ofensivas. Hacía brillar su pelaje, transmitiendo tanta energía que lo malo se volvía bueno. Y estallaban las disculpas, las risas, los intentos por remediarlo todo.

Limbi y Lori combinaban siempre sus acciones trabajando en equipo. Poco a poco, la regla “Que nadie quede fuera”, se volvió una forma de convivencia.

La mayor, llamada Pope Changuito, era tal vez la más fuerte, pues en su espíritu cobijaba a todos. Los cuidaba, los protegía con su súper poder llamado “Amor”. Se animaba a todo, y tal como hacen las de su especie, llevaba sobre sus espaldas a quienes ya no tenían fuerzas, o aún no estaban listos para emprender el viaje solos. Ese del encuentro con uno mismo, donde no se sabe bien qué hacer frente a los obstáculos.

Cuentan que esas zarigüeyas llegaron con todo su amor para salvar al mundo. Porque la magia sucedió en Chipilandia, atravesó las fronteras y se derramó de forma tan generosa, que hasta los confines de la tierra se inundaron de Paz, Tranquilidad, Color, Alegría, Libertad. Pudo ser posible cambiar. Y llegó el equilibrio.

Según dicen por ahí, esto fue posible gracias a que Gonzalo, su Maestro, les enseñó a ver todo con ojos de niño.

Y por eso sucedió.

Para reencontarnos siempre que nos volvemos a perder. Sólo hay que recordar las contraseñas y atravesar el puente…

 

                                                                         Cuento creado en el aula con los chicos...